Un año mejor no solo se desea, sobre todo se construye
Wilson Araque Jaramillo
Cuando inicia un año nuevo, una de las frases que se tiende a repetir tiene relación con el deseo de “tener un año mejor frente al que se termina”, lo cual, para que funcione, involucra, primero, expresar lo deseado de palabra y mejor por escrito y, segundo -como fundamental-, reconocer que, para lograr mejores resultados en lo que se hace diariamente, es necesario no solo decir lo que se piensa lograr, lo más importante es tener claro -con acciones reales que se implementen durante todo el año nuevo- que hay que “hacer, hacer y hacer”.
Y, claro, para pasar del deseo a los hechos, una herramienta clave que se recomienda utilizar es el “diseño de una hoja de ruta” que, sobre la base de los buenos propósitos, se convierta en la guía que conduzca a buen puerto a la persona, familia, organización y/o país; en donde, claramente, hay que definir cómo se va a lograr lo deseado -enfatizando en cuánto va a costar, con quien se va a aliar para trabajar en equipo, cuáles son las capacidades que se deben desarrollar y cómo se irá midiendo si se logró o no los buenos propósitos planteados al iniciar el año-.
En términos personales, lo que se acaba de plantear exige que se deban destinar varios minutos de reflexión para que, así, lo que se proponga -al iniciar el año nuevo- tenga una mayor probabilidad de alcance. Ya que, para lograr un año exitoso, no basta con doce uvas consumidas a media noche, caminatas con maletas alrededor de la casa, ropa interior de colores y/o limpias con hierbas amargas; lo que se necesita es “menos palabras y más acción diaria” acompañada de dosis combinadas de esfuerzo, resiliencia, creatividad, perseverancia, autoconfianza y mucha paciencia que acompañen al verbo hacer.
